lunes, 10 de noviembre de 2014

epifanía de los veranos muertos

Me refugio de la soledad en lo conocido, cotidiano, predecible y muero un poco mas con el devenir tranquilo silencioso pero contundente. La cascada se acerca y me puedo ver en el borde mirando hacia abajo, mirándome mirar hacia abajo, mirándome mirar siempre inmóvil,
resignado a esa porción que mi mente tiene mapeada... Y si el refugio no es mas que una sensación? Un encierro anclado en la necesidad de la carne encadenado a los días que se repiten uno tras otro y lo conocido es tan solo el síntoma del miedo a lo desconocido, a uno mismo? Cuanto se conoce uno a si mismo? Si solo sabemos de lo que necesitamos. podemos ver mas allá de nuestros deseos? En lo desconocido entonces encuentro la posibilidad de respirar un aire que no este caliente, usado. En lo insondable intuyo ese aroma misterioso fresco, que es como estar vestido de flores orientales y maderas nobles, como la brisa de un mar lejano, de recuerdos heredados, desnudo con una manguera en la mano pisando pasto verde oliendo a verano, noches, juegos, ecos.

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