lunes, 10 de noviembre de 2014

Tanto

lineas rojas y amarillas como apuradas como llegando sin llegar, y sin embargo infinitas, y sin embargo el asfalto no las conocia,y sin embargo lineas y sin embargo la noche y el, las miraban llenos de alegria...
algo habia empezado y las lineas ya no importaban, se desvanecian ya no las necesitaria nunca mas.

miro atras, nadie lo habia seguido, ni gatos ni perros, ni sueños, ni reproches, ni culpas habia llegado solo pero habia llegado al fin, a un nuevo comienzo, empezaba a entender de que se trataba la libertad, que era tibia y que se sentia bien, poder vagar y habia entendido el amor, saber que en algun lugar alguien lo esperaba sin esperarlo, y habia aprendido tanto, a eso habia venido, a aprender
a hacerse fuerte, para retornar luego hacia si mismo lleno de cosas para contarse
en los años venideros cuando sus caderas gastadas por las uñas de los lustros
y sus ojos empañados por la arena de los dias y los pueblos, dejen de decirle la verdad, habia aprendido a ser.
y habia tanto mas que aprender, que oler que probar con su boca, con sus ojos con sus puños con cada partecita de su existencia...

epifanía de los veranos muertos

Me refugio de la soledad en lo conocido, cotidiano, predecible y muero un poco mas con el devenir tranquilo silencioso pero contundente. La cascada se acerca y me puedo ver en el borde mirando hacia abajo, mirándome mirar hacia abajo, mirándome mirar siempre inmóvil,
resignado a esa porción que mi mente tiene mapeada... Y si el refugio no es mas que una sensación? Un encierro anclado en la necesidad de la carne encadenado a los días que se repiten uno tras otro y lo conocido es tan solo el síntoma del miedo a lo desconocido, a uno mismo? Cuanto se conoce uno a si mismo? Si solo sabemos de lo que necesitamos. podemos ver mas allá de nuestros deseos? En lo desconocido entonces encuentro la posibilidad de respirar un aire que no este caliente, usado. En lo insondable intuyo ese aroma misterioso fresco, que es como estar vestido de flores orientales y maderas nobles, como la brisa de un mar lejano, de recuerdos heredados, desnudo con una manguera en la mano pisando pasto verde oliendo a verano, noches, juegos, ecos.