sábado, 31 de julio de 2010

Volver a casa


Se supo vivo por primera vez en muchos años
Y respiro profundo, tan profundo que su nariz se pobló de olores, miles de olores que había olvidado, y en esta mañana, en este profundo despertar fueron tan claros que el solo pudo entrecerrar sus ojos para abrir paso a otros sentidos, esos que están arraigados en el alma de una forma mas intima y sin años que entorpezcan. El aire olía a cardos y acacias, a manos de abuela haciendo dulces en verano, a perfume demasiado dulce para ser agradable y que sin embargo hoy, se le antojaba simpático y familiar, ¡cuantas veces añoró sentado en alguna plaza extraña, aunque mas no sea ese olor a colonia de cartilla para palear la soledad de saberse perdido y demasiado lejos ya hasta de si mismo!.
Caminó por aquellas vías que de niño solía recorrer de la mano de su abuela,
ya nada quedaba de esas tardes frías, la torre del tren patinada por el oxido hermano del aire, no era mas que pedazos de hierro doblados en una maraña como hecha con ramas que él, dejó olvidada el día en que se fué, y que pensó lo estaría esperando para remontarse sobre ella y poder ver el mar que recién, conoció muchos años después y sin la necesidad ya de usar su imaginación.
Imaginó por un segundo que quizás, solo quizás, una de las innumerables piedras que poblaban el suelo a sus pies, podría haberse mantenido inmutable ante el paso implacable del tiempo,
Y que quizás si la encontraba, todo volvería a su sitio, una piedra mágica capaz de reparar los designios de un destino tan furioso que, opaca el simple hecho de saberse ya viejo y de alguna forma muerto. Sus ojos se encendieron como cuando esos ojos que siempre encontraban cosas en el suelo se hundieron aquella noche de invierno en él y lo llenaron de esperanza.
Estaba de vuelta en casa, se había acordado quien era…
Acababa de despertar una vez mas, quizás la ultima, pero no le importo… había llegado al fin.